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REVISTA EL_ESPEJO: Claros y oscuros sobre la afiliación - Servicios CCOO. Grupo Bankinter

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REVISTA EL_ESPEJO: Claros y oscuros sobre la afiliación

Elena Asensio

Recientemente hablaba con unos compañeros sobre afiliación. En un momento, alguien me preguntó, “¿particularmente en qué me beneficia afiliarme?”

Vinieron a mi mente recuerdos de la época estudiantil, cuando algún profesor se esforzaba en explicarme una determinada materia, dando por supuesto, que yo ya conocía los principios fundamentales y básicos en los que se apoyaba dicha materia. El resultado era, o que hacía un acto de fe, lo cual dependía de la confianza y el ejemplo que me diese el profesor, o abandonaba el estudio de esa materia.

Con la afiliación, a veces, ocurre algo parecido.

Porque las grandes frases universales del tipo, “la unión hace la fuerza”, o “la afiliación es la que nos legitima en nuestras demandas delante de la empresa” y otras tantas del estilo, están muy bien, pero o se conoce lo que subyace debajo de ellas, o hacemos un acto de fe, dependiendo de quién nos incite a afiliarnos, o no le encontramos una razón y abandonamos la idea.

En cuanto al primer aspecto, no voy a entrar a enumerar toda la serie de mejoras que la afiliación y la representación sindical han logrado (si tienes interés en conocerlo sólo tienes que leer algo de los mails que se envían semanalmente o entrar en nuestra página web), pero sí “alguna cosita” que acostumbra a pasar desapercibida, por ejemplo:

Es cierto que las mejoras sólo afectan particularmente si se pertenece a alguno de los colectivos afectados, pero también es cierto que hay otras que han beneficiado y benefician a todos. Sólo hay que estar predispuesto a conocerlas.

En cuanto al segundo aspecto, el de la confianza que nos inspire la persona que nos incita a afiliarnos, en los tiempos actuales en los que prima la individualidad, el equipo y la fuerza en el corto plazo, si sentimos que nuestro esfuerzo y trabajo tienen un reconocimiento, la labor del delegado sindical se entiende aún menos. Porque lejos de verlo como alguien que está a nuestro lado, que intenta conseguir una mejor calidad de vida, lo vemos como un obstáculo y un perjuicio para el equipo, porque se ausenta, porque dice NO, porque no prolonga su jornada, porque no es “solidario” con la oficina, porque siempre se queja de la empresa…, por lo que en estas circunstancias el delegado sindical que pide la afiliación, puede no ser un buen ejemplo para confiar en él, y por lo tanto, difícil lo tiene para convencer en eso de la afiliación.

Por eso, cuando nos pregunten “¿en mi caso concreto cómo o en qué me beneficia afiliarme? “ (y me niego a hablar de cuando las cosas vienen mal dadas), a veces tendremos que responder, “pues dependerá de cómo tú lo quieras ver, porque a lo mejor a ti, particularmente en nada”.

Y es que tampoco podemos ni debemos dejar de lado, el principio de la solidaridad. Quizás a ti en nada, pero, para otros, tu afiliación contribuirá a avanzar en sus mejoras, no sólo económicas, sino también sociales o de formación. Para afiliarse hoy en día, no es preciso ni que te vaya mal, ni que te hayas beneficiado de los avances conseguidos, ni siquiera que las personas que se dedican a esto, convenzan, sólo se han de transgredir los límites de la propia individualidad y esfuerzo, para que tu afiliación pueda beneficiar a otros de manera particular y a la colectividad de forma general. Y eso, hay que verlo o sentirlo.

Y para concluir, otro ejemplo, alguien me dijo un día, ¿y por qué el banco no me ha explicado nada de esto? ¿y por qué no nos lo explican en las jornadas de bienvenida? (en el supuesto de haber sido afortunado con ellas). Y alguien contestó, “pregúntaselo al sindicato”.

Título: REVISTA EL_ESPEJO: Claros y oscuros sobre la afiliación

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